A los tres días me replantié qué hacía yo ahí, que no entendía nada, que no conocía a nadie, que nadie me saludaba y que lo único que quería era que el relojito marque las 18.30 para irme a mi casa.
Ahora ya estoy más cómoda, aprendiendo de a poco pero haciéndolo sola, conociendo nuevas personas y sientiéndome más parte, haciendo que sea más mi lugar.
De a poco. Paciencia (virtud que envidio en la gente porque nunca tuve).
Yo no sé si es real, pero "estar bajo la luz del reiki", te cambia a vos y a tus circunstancias.
Nunca me sentí tan alegre, nunca me sentí tan yo.
Estoy contenta. "Continúe así", decía la maestra en la primaria.