Las tengo, porque soy una posesivadelcarajo. Porque me reviro y son mías y de nadie más.
Tengo siempre dos sonrisas, dos pares de orejas y dos bocas. Sueltan tantas pavadas como consejos sensatos, como opiniones sin prejuicios.
Las tengo como extensiones de mí.
La chiquita, paradójicamente, de voz tan alta, y la grandota ruda toda hechita de algodón.
Tengo una psicoloca que escucha y asiente, y tengo una actora que habla y me hace cosquillas.
Creo que en secreto se complementan entre ellas para buscar el estado de perfección absoluta y llevarme hasta ahí. Cuando una me hace caer a la realidad, la otra me hace despegar por el aire. A veces mueven sus roles sin que yo me de cuenta, y otra vez una es mi cable a tierra y la otra mi impulso de vuelo.
Y así es como las quiero. Con la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Las quiero cuando se enojan, cuando sueñan, cuando proyectan, cuando discutimos, cuando nos pegamos, cuando nos duele la panza de reírnos. Las quiero porque aprendimos a sentir los logros como propios y a dividir el dolor en tres para que no pese tanto. Las quiero porque una mirada basta para entender hasta lo inexplicable.
Las quiero porque son, y siempre fueron así de subnormales, así de seguir al corazón, así de ir contra viento y marea.
Las quiero porque traen en la mirada una ilusión y comparten mis sueños. Las quiero porque me hacen recordar todo lo que es para el olvido, por el simple objetivo de aprender de cada paso y de sacar lo mejor de cada experiencia.
Las quiero porque son ellas siempre (y como ustedes, ninguna!), con las que voy de la manito hace tantos años, las que siempre me dan esperanzas para creer que todavía se puede seguir, que siempre queda algo por jugar.
Así, en grata compañía, me voy a ver caer el sol moviendo los piecitos a la orilla del mar. Así con mi psicoloca y mi actora, con mi enana y mi gorda, esas hermanas del alma.
* 4 días de vacaciones señores, 4 días!