ese modo tan singular que adoptan tus dedos cuando se entretejen para formar una y mil historias,
tu perfecta manera de abrir los ojos cuando soy yo la que relata el cuento,
y esas ganas de buscar mi mirada con total soltura...
y yo, yo me hago la que no me doy cuenta de lo que estás haciendo... con la misma soltura.
Y ahí vos, vos que cantás mi canción y me dejás soñar con caminos polvorientos llenos de huellas bien marcadas,
vos que me dejás libre para ser y hacer, al mismo tiempo que un hilo invisible me amarra fuertemente por la cintura obligándome a no escapar.
Vos que vas vistiendo árboles para volver a desnudarlos, mientras jugás a buscar ese amor honesto que resguarde con furia tu soledad,
Y yo, yo que me hago la aquí no ha pasado nada, mientras me sofoco en un mar de celos.
Vos, vos que tenés todos esos abrazos que cuadran exactamente con la medida de mi espalda,
que te aferrás al viento para volar sin rumbo y te llevás mi olvido y mi memoria con inocencia,
vos que sos el culpable de desordenar mi perfecto y equilibrado orden con tanta dedicación,
vos que sos una mezcla de azúcar y fierro, sabedor de cómo lograr desestructurar hasta el más insólito rincón de mi cuerpo.
Vos tan vos, que sos un 14 de febrero todos los días del año,
que con tus manos multiplicás las flores, los versos y deseos, y ajás despacito y con cuidado este corazón incrédulo.
Vos, que en verdad no querés creerlo, pero sabés un poquito en el fondo que los besos y las sonrisas pueden cambiar el rumbo del mundo.
Dios santo, qué bello abril, julio, agosto, noviembre sos VOS.